Para inicios de 1945, grandes victorias como las de Pearl Harbor eran sólo un triste recuerdo para los japoneses. Alemania, su aliada, estaba prácticamente derrotada y el Eje, poderosísima alianza militar, era sólo un espectro. Los estadounidenses en una campaña de casi dos años, luego de Guadalcanal, habían conseguido arrebatarle al imperio nipón isla tras isla. La flota imperial también había sufrido duros reveses a causa de la poderosa industria aliada, que había conseguido superarla y derrotarla en los numerosos combates que se trabaron en el océano pacífico.
Japón se había dado cuenta que no le quedaba más remedio que luchar hasta el final. Iniciado 1945, las cosas no se veían nada bien, y los estadounidenses se preparaban para un nuevo asalto a una isla que marcaría un hito. Ya desde hacía algún tiempo atrás, y con la mayoría de sus portaviones desaparecidos, los japoneses habían adoptado la táctica de utilizar a las islas como “portaviones insumergibles”. Estados Unidos aceptó el reto y para ganar las batallas, sabía que debía contar con una imponente y poderosísima flota, que en efecto logró crear, con algún tipo de apoyo de la marina británica y algunas embarcaciones australianas pero que no llegaron a jugar un papel tan importante como el de los americanos.
Vista aerea de Iwo Jima
El 24 de noviembre de 1944 comenzaron las incursiones y de ahí en más hierro y fuego caería sobre el Japón día tras día. Sin embargo no era suficiente, los estadounidenses lo sabían, tanto como para forzar a una definitiva rendición de Japón como para ejecutar una operación responsable. El hecho es que los cazas escoltas sólo tenían una autonomía de 3 mil kilómetros y eso los hacía incapaces de proteger los 6 mil de ida y vuelta para los bombarderos. Fue así como los estadounidenses posaron sus ojos sobre una pequeña isla, hasta el momento considerado insignificante: Iwo Jima.
¿Por qué era importante Iwo Jima? La situación era muy sencilla. En dicho lugar, es decir además de las dos pistas de aterrizaje, una tercera en camino e instalaciones de radar japonesas, los estadounidenses podrían contar con una isla que serviría de apoyo para acercarse más a Japón. Además, a causa de este centro de operaciones los japoneses detectaban a los desprotegidos b-29 antes de que llegaran a la isla, por ello, era imprescindible que se conquistara Iwo Jima. Para octubre de 1944 el destino de la misma estaba trazado, pues se empezaron los preparativos para tomarla. Iwo Jima era un pequeño islote, cuyo nombre traducido quiere decir Isla del Azufre.
Era un Japón postrado, con una armada insignificante y a la defensiva, el que esperaba en la batalla de Iwo Jima. Si bien estaba claro que la guerra estaba perdida, los japoneses tenían la esperanza de que la tenacidad en la resistencia que ellos mostraban, les permitiría obtener algo así como una rendición con condiciones, en especial a la hora de preservar la figura del emperador. Sin embargo, esto sólo preocupó más a los estadounidenses, ellos querían una rendición incondicional, lo que llevó simplemente a que desemboque en el lanzamiento de las bombas atómicas sobre el Japón. Los preparativos Los nipones entonces adivinaron que el próximo ataque sería en Iwo Jima, se prepararon con todos los medios a su alcance.
Kuribayashi, encargado de la defensa de la isla
Tadamichi Kuribayashi era el encargado para la defensa. Así, entonces, se evacuaron mil civiles, se alistaron 21 mil soldados con armas de todo tipo, desde fusiles hasta ametralladoras y en especial las granadas, tan importantes para cometer el harakirie. Ni hablar de los suministros y de las raciones de comida y agua. Eran escasísimas, en realidad si los japoneses no morían en el combate lo harían de hambre. Era una batalla que para Japón estaba muy clara, no saldría victorioso, sólo se preocupó por hacerle perder el tiempo a Estados Unidos lo más que pudiese. Sin embargo los nipones sí instalaron una seria de túneles, trampas, búnkeres en el monte Surabachi, acaso el símbolo más importante de la isla y recordado de la batalla, y no precisamente por la defensa férrea que los japoneses presentaron, finalmente Tadamichi Kuribayashi decidió quitar cualquier defensa en la costa para que los americanos desembarquen confiados.
Eso sí, nadie volvería a tierra ni sobreviviría al menos que sea hecho prisionero. Todos los japoneses que la defendían debían morir con tal de detener a los occidentales. Al mejor estilo de lo que más tarde sería Vietnam, los japoneses consiguieron construir toda una seria de túneles y fortificaciones interconectados. Por su parte los estadounidenses simplemente se dedicaron a una preparación con ingentes sumas de provisiones y suministros. Un bloqueo submarino de la isla y bombardeos que empezaron a partir de junio de 1944 tanto por tierra como por aire. Las fuerzas en total la representaban 500 barcos, con 12 portaviones, 8 acorazados como fuerzas navales principales, y aproximadamente unos 250 mil soldados. Si todo marchaba según los planes, la isla debía sucumbir a los diez días. Empieza la sanguinaria batalla por Iwo Jima.
Soldados de E.U.A desembarcando en Iwo Jima
Los estadounidenses decidieron desembarcar en la zona de Red Beach, playa, la única zona posible teniendo en cuenta que el resto de la costa era una zona totalmente rocosa. Para febrero de 1945 los americanos creyeron haber machacado lo suficiente la isla como para llevar a cabo la operación, a pesar del mal clima a mediados de ese mes que evitó los bombardeos previos al desembarco de tropas. El 19 de febrero se da la orden de realizar un bombardeo final y una limpieza de los alrededores ante posibles minas y obstáculos. Los aviones hicieron lo suyo desde el aire y los barcos desde tierra. Pronto una enorme polvareda se levantó.
A las 9 horas las primeras lanchas arribaban a la playa, se dio un desembarco aparentemente tranquilo que no hacía presagiar absolutamente nada de lo que estaba a punto de venírseles encima, pues los japoneses aguardaban en el interior ansiosos aunque también temerosos. Pronto los estadounidenses comprobaron la inestabilidad del terreno que asemejaba la superficie lunar, los tanques tampoco podían avanzar a la velocidad necesaria.
Pasaron los minutos hasta que llegó la primera hora y no había noticias de los japoneses en tierra. Los marines sabían que aquel silencio sólo hacía presagiar una carnicería. Prácticamente a la hora los japoneses descargan su artillería, y uno, dos, tres y más soldados norteamericanos fueron víctimas de los primeros impactos. La artillería nipona hizo que el avance y el desembarco sea más frustrante para los occidentales. En seguida el fuego empezó a caer por todas partes, sin embargo, los estadounidenses acostumbrados a japoneses enterrados en fosos en tierra y a combatir por cada palmo, aprovecharon lo numerosas de sus tropas, y no sin pocas bajas, empiezan una carrera de unos 900 metros hasta el pie del Suribachi. Esto era un objetivo indispensable pues los estadounidenses pretendían aislar el monte defendido por unos 2 mil soldados nipones, para continuar con el resto de la isla.
A propósito, en otras partes ya se libraban combates, en especial por el aeródromo, ubicado al sur. Los japoneses demostraron ser excelentes combatientes que luchaban hasta el final sin abandonar sus posiciones. Los americanos suspendieron los desembarcos pues sus posiciones aún eran demasiado pequeñas para tan grande cantidad de hombres.
El 23 de febrero, los estadounidenses escalaron Suribachi luego de darse con uno que otro obstáculo así como encontrar restos de soldados nipones en los escondites con el vientre abierto, al parecer por acción de sus granadas, los sobrevivientes opusieron una insignificante resistencia. Totalmente entusiasmados los americanos ya tenían preparada su bandera y se le amarró a un trozo de cañería de agua y él que la portaba junto con otros seis la alzaron en la cumbre del monte, ante el regocijo de muchos americanos. Se fotografió la escena, y se le filmó, incluso se llegó a levantar una segunda bandera. La fotografía ganó el premio Pulitzer.
La bandera de E.U.A ondeando en Iwo Jima
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